¿CÓMO ES UN DÍA DE TRABAJO DE UNA EDUCADORA SOCIAL EN 2050?🦾🧠
El sol apenas despuntaba cuando salí de casa. Aunque el mundo había cambiado enormemente en las últimas décadas, el trabajo de una educadora social seguía siendo el mismo en esencia: acompañar, escuchar y generar oportunidades.
Mi primera parada fue un centro comunitario en la periferia. A pesar de los avances, la desigualdad aún existía, solo que ahora tomaba formas diferentes. En el barrio, las oportunidades estaban limitadas no solo por la economía, sino por el acceso a ciertos derechos que dependían de sistemas burocráticos cada vez más automatizados. Conocí a Andrés, un joven que había sido rechazado en múltiples oportunidades laborales porque no tenía los certificados digitales adecuados. "Parece que si no estás en el sistema, no existes", dijo con frustración. Me senté con él, revisamos opciones y buscamos maneras de sortear esas barreras. A veces, la ayuda más efectiva no venía de un dispositivo, sino de alguien que creyera en ti.
Más tarde, fui a una escuela donde los estudiantes tenían horarios flexibles y enfoques de aprendizaje más personalizados. Sin embargo, muchos niños carecían de habilidades sociales porque pasaban más tiempo con pantallas que con personas. Organizamos un círculo de conversación, una actividad que, en 2050, sonaba casi revolucionaria. Al principio, los chicos estaban incómodos, pero poco a poco comenzaron a hablar y a escucharse. "Nunca nos habían pedido que nos miremos a los ojos al hablar", me dijo una niña. En un mundo hiperconectado, la verdadera desconexión era humana.
Por la tarde, visité a un grupo de personas mayores en un espacio de encuentro intergeneracional. Allí, los ancianos compartían historias con jóvenes que querían aprender sobre la vida más allá de los datos. Me senté junto a Carmen, una mujer de 82 años. "Nos dijeron que la tecnología nos haría la vida más fácil, pero a veces solo nos hace sentir más solos", reflexionó. Su comentario me recordó por qué mi trabajo seguía siendo esencial: la educación social no solo trataba de integración, sino de devolverle humanidad a una sociedad que a veces la olvidaba.
Al final del día, mientras volvía a casa, sentí que, a pesar del paso del tiempo y los cambios, la necesidad de conexión genuina seguía intacta. Y aunque el mundo avanzara en muchas direcciones, siempre haría falta alguien que mirara a los demás y les recordara que no estaban solos.
Para completar el relato, le he pedido que cree una imagen que represente la historia o tenga relación con ella:
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